miércoles, 20 de abril de 2016

Escuela Nueva

¿Qué es la Escuela Nueva?

El termino Escuela Nueva se refiere a todo un conjunto de principios que surgen a finales del siglo XIX y se consolidan en el primer tercio del siglo XX como alternativa a la enseñanza tradicional. Estos principios derivaron generalmente de una nueva comprensión de las necesidades de la infancia. La Escuela Nueva se plantea un modelo didáctico y educativo completamente diferente a la tradicional: va a convertir al niño en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje, lo que se ha denominado paidocentrismo, mientras que el profesor dejará de ser el punto de referencia fundamental, magistrocentrismo para convertirse en un dinamizador de la vida en el aula, al servicio de los intereses y necesidades de los alumnos.





Antecedentes Cuatro educadores son considerados precursores del movimiento de Escuela Nueva: Jean-Jacques Rousseau, Pestalozzi, Froebel y Herbart.
Estos pedagogos pusieron las bases teóricas de la educación contemporánea que, en buena parte, sigue vigente en la actualidad. Sus herederos, y muy especialmente el movimiento de Escuela Nueva, reconocerán en todo momento la autoridad de dichas figuras pedagógicas como el sustento de su teoría y praxis educativas.






 El gran hallazgo de Rousseau (1712-1778) fue entender al niño como sustancialmente distinto del adulto y sujeto a sus propias leyes de evolución, plantea una nueva pedagogía y una nueva filosofía de la educación basadas en los intereses y necesidades del niño y en el desarrollo natural en libertad.






 Pestalozzi (1746-1827) concibe la educación del pueblo como un mecanismo para transformar sus condiciones de vida; se convierte así en un adelantado en la concepción de la educación al servicio de la transformación social. Para él, la educación elemental está basada en el desarrollo armónico de las capacidades intelectuales, afectivas y artísticas. El fundamento absoluto del conocimiento es la intuición.







Froebel (1782-1849) se apoya en las teorías naturalistas de Rousseau y en la experiencia práctica de Pestalozzi para diseñar un acabado plan de formación aplicado a la educación parvulista (preescolar). Froebel se muestra contrario a la división artificial por materias y diseña un método integral de enseñanza-aprendizaje más relacionado con la realidad de las cosas. Concibe que la educación debe respetar el libre desarrollo de las capacidades de cada educando, como si se tratara de las plantas de un jardín, de ahí el nombre genérico de sus instituciones Kindergarten o jardín de niños. El maestro debe tener esencialmente una función orientadora y estimuladora apoyándose en el juego. Además de los juegos, Froebel propone la música, el dibujo, la conversación, el modelado y el uso de materiales específicos creados para la educación de las manos, los dones, que son objetos destinados a enseñar al alumno en la primera infancia la forma, el color, el movimiento y la materia.






Johan Friedrich Herbat (1782-1852) ha pasado a la historia de la Pedagogía por ser el primero que elabora una pedagogía científica, apoyándose en la filosofía y la psicología. En su planteamiento pedagógico, considera que el fin último es la moralidad y toda la educación debe apuntar en ese sentido. En el ámbito didáctico desarrolla la teoría de los pasos formales, utilizada posteriormente por las corrientes educativas más avanzadas.





Características
Los nuevos pedagogos denuncian las desventajas de la educación tradicional: pasividad, la educación centrada en el programa y en el profesor, superficialidad, enciclopedismo, verbalismo.
Se basa en la psicología del desarrollo infantil, y se impuso como obligación tratar a cada alumno según sus aptitudes . Postula como principio de que la infancia y la juventud son edades de la vida que se rigen por leyes propias distintas a las necesidades del adulto. No hay aprendizaje efectivo que no parta de alguna necesidad o interés del alumno , ese interés debe ser considerado como el punto de partida para la educación.
La relación maestro-alumno sufre una transformación en la Escuela Nueva. La relación de poder-sumisión propia de la Escuela Tradicional se sustituye por una relación de afecto y camaradería . Es más importante la forma de conducirse del maestro que la palabra. El maestro se convierte en un auxiliar del libre y espontáneo desarrollo del alumno. La autodisciplina es muy importante en esta nueva relación, el maestro cede el poder a sus alumnos para colocarlos en posición funcional de autogobierno que los lleve a comprender la necesidad de elaborar y observar reglas. No son impuestas desde el exterior, sino que son reglas que han salido del grupo como expresión de la voluntad general.
La educación se entiende como un proceso para desarrollar cualidades creadoras en el alumno.
Si hay un cambio en los contenidos, también debe darse un cambio en la forma de transmitirlos. Se introducen una serie de actividades libres para desarrollar la imaginación, el espíritu de iniciativa, y la creatividad . No se trata sólo de que el estudiante asimile lo conocido sino que se inicie en el proceso de conocer a través de la búsqueda, de la investigación, respetando su individualidad. Esto hace necesario tener un conocimiento más a fondo de la inteligencia, el lenguaje, la lógica, la atención, la comprensión, la memoria, la invención, la visión, la audición, y la destreza manual de cada alumno, para tratar a cada uno según sus aptitudes . Se prepara al futuro ciudadano para ser un hombre consciente de la dignidad de todo ser humano.
En el movimiento de la Escuela Nueva subyacen diversas teorías pedagógicas conocidas como contra autoritarias, autogestionarias, y libertarias. Su característica definitoria es el deseo de educar en libertad y para la libertad.






Principales aportes a la Escuela Nueva
En tanto movimiento amplio, complejo y contradictorio, la Escuela Nueva se constituyó con múltiples y variadas aportaciones de experiencias y autores de diferentes países que, para decirlo con el esquema utilizado por Cousinet (1959), corresponden a tres corrientes: la mística, la científica y la filosófica. De éstas se considera que la primera es la más fuerte y se encuentra a lo largo de la historia de la educación nueva, y se remonta a Rousseau a quien se reconoce como el gran inspirador de ese movimiento, no obstante que se habla, asimismo, de precursores de los apóstoles de la nueva pedagogía desde la antigüedad, como Sócrates, Platón, San Agustín y Montaigne (Foulquié, 1968), entre otros.
Los planteamientos del ginebrino Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) en su obra Emilio, acerca de la infancia, al decir que ésta no es en modo alguno una simple vía de acceso o de preparación para la vida adulta, sino que es un estado indispensable –es el estado de la naturaleza, considerado perfecto–, con un valor en sí, con su propio fin, son asumidos en Rusia por León Tolstoi (1828-1910), a quien se menciona como uno de los precursores de la Escuela Nueva desde el punto de vista de la comprensión social de la institución escolar, y se tiene como uno de los más fervientes discípulos y continuador de la mística rousoniana, según la cual la perfección y la naturaleza son una sola y misma cosa (Cousinet, 1959)
Tales nociones de Rousseau acerca de la educación –de manera particular sobre la “educación negativa”, vista como la resultancia del libre ejercicio de las capacidades infantiles y su desarrollo– en una perspectiva que trasciende el ámbito escolar, si bien no estaban rigurosamente definidas en su obra, fueron profundizadas posteriormente en las elaboraciones aún no del todo bien sistematizadas de pedagogos como Juan Enrique Pestalozzi (1746-1827) –de origen suizo- quien destacaba, en contra de la enseñanza libresca, el valor de la experiencia directa, y sostenía la necesidad de que la educación se apoyara en los conocimientos de la psicología; y Federico Froebel (1782-1852) –de origen alemán y creador del primer jardín de infancia, el conocido Kindergarten– quien resaltó el valor educativo de las actividades de entretenimiento, y, al igual que Pestalozzi, veía en el niño a un ser activo, en proceso continuo de desarrollo.
En consonancia con el principio de que la vida natural –en el campo, alejada de las ciudades– es necesaria para el desarrollo libre de la infancia, aparecen las primeras escuelas nuevas propiamente dichas en distintos países de Europa, las cuales constituían pensionados privados, por lo regular reducidos y ubicados en el campo, que ordinariamente facilitaban la enseñanza media o una enseñanza equivalente a ésta. Así, en Inglaterra, en Abbotsholme, Cecil Reddie fundó en 1889 la primera New-School, y en 1892 John Haden Badley estableció en Sussex la escuela de Bedales. Asimismo, en Francia, es de señalar la escuela de las Rocas, puesta en marcha por Edmond Demolins en el año 1899; y en Alemania, cabe mencionar el hogar de educación en el campo, fundado en 1898 por Hermann Lietz, y asimismo, las tentativas en varias ciudades de este país, en Hamburgo, entre ellas, de transformar varios establecimientos educativos en repúblicas o comunidades escolares libres, después del año 1918.
Puede afirmarse, de acuerdo con Gal (1978), que todas esas experiencias eran aisladas y “...respondían a preocupaciones o a inspiraciones individuales dependientes del carácter o de la sensibilidad particular de sus autores” (p. 30). Posteriormente surgen iniciativas que se inscriben en lo que el autor antes mencionado llama la era de las técnicas y de los sistemas. Como parte de ésta pueden considerarse los aportes hechos a la Escuela Nueva por María Montessori, Ovide Decroly, John Dewey, Georg Kerschensteiner, Edouard Claparède, Adolphe Ferrière, Roger Cousinet y Célestin Freinet, entre otros, quienes “... basados en observaciones más largas y seguras, intentaron establecer sistemas educativos completos, asentados en técnicas y métodos concretos e incluso en concepciones más estudiadas del hombre y los fines educativos llevados a cabo” (Gal, 1978, p. 36).
El amor y respeto por la infancia también se expresaron con elevado grado de preocupación en los planteamientos y las experiencias de la italiana María Montessori (1870-1952) y del belga Ovide Decroly (1871-1932) en los primeros años del siglo XX, quienes tuvieron en común el hecho de que sus métodos “Nacieron de la observación de niños anormales y fueron elaborados por médicos especializados en el estudio de la educación; ambos surgieron en países latinos y se desarrollaron, a decir verdad, en la misma época” (Filho,1964, p. 193). Además, “ambos aplicaron a la educación de los niños normales la experiencia que con los niños anormales habían adquirido” (Foulquié, 1968, p. 42) No obstante, es de hacer notar que mientras Montessori se apoyó en un sistema de autoeducación, privilegió el método analítico y recurrió más al uso de materiales artificiales o más o menos abstractos en la enseñanza, Decroly colocó el énfasis en la función de globalización y reivindicó la elección de temas de interés vital –los llamados centros de interés– al darle mayor importancia al contacto del niño con objetos concretos en toda su complejidad.
También la Escuela Nueva se nutrió del significado de la máxima representativa “aprender haciendo” de los planteamientos de la corriente filosófica del norteamericano John Dewey (1859-1952), quien en una de sus obras, con base en la concepción de la educación como una constante reorganización o reconstrucción de la experiencia, destacaba, entre otros aspectos, la importancia del interés como fuerza impulsora en la educación, el valor de ésta en una sociedad democrática, y sostenía (Dewey, 1995) que:
La infancia, la juventud y la vida adulta se hallan todas en el mismo nivel educativo, en el sentido de que lo que realmente se aprende en todos y cada uno de los estadios de la experiencia constituye el valor de esa experiencia, y en el sentido de que la función principal de la vida en cada punto es hacer que el vivir así contribuya a un enriquecimiento de su propio sentido perceptible (pp. 73-74)
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Además de Dewey en Estados Unidos, hay que mencionar también a uno de sus discípulos, el pedagogo William Kilpatrick (1871-1965), sobre todo en lo que respecta a sus ideas acerca del método de los proyectos en el trabajo escolar, en las cuales resaltaba el aspecto cooperativo y social de la educación en una actividad dirigida intencionalmente a alcanzar objetivos considerados importantes y válidos por los alumnos antes que por los profesores.
Otras contribuciones muy importantes son las del pedagogo alemán Georg Kerschensteiner (1854-1932), con sus planteamientos sobre la escuela del trabajo para formar ciudadanos cuyo desempeño beneficiara directa o indirectamente al Estado nacional. Asimismo, no podemos dejar de señalar los aportes del suizo Edouard Claparède (1873-1940), a quien se le atribuye un gran peso en el progreso efectivo de las bases científicas de la nueva educación, con sus estudios sobre la psicología de la infancia y sus ideas acerca de la educación funcional; del suizo Adolphe Ferrière (1879-1960), quien, además de fundar la Oficina Internacional de las Escuelas Nuevas en 1899, con sede en Ginebra, desarrolló una intensa actividad divulgativa de la Escuela Nueva en Europa y logró sintetizar y articular en el plano internacional distintas corrientes pedagógicas que tenían en común la preocupación por el niño; así como las aportaciones de dos ilustres representantes de la llamada pedagogía social en Francia: Roger Cousinet (1881-1973), con su método de trabajo libre por grupos, concebido para desarrollar una forma de socialización en sintonía plena con las exigencias del libre desarrollo del niño, y Célestin Freinet (1896-1966), con sus propuestas y experiencias acerca de la tipografía escolar, el uso del texto y el dibujo libre, la correspondencia interescolar, el libro de la vida, entre otras. (Abbagnano y Visalberghi, 1996)
Por último, es preciso referir otros aportes importantes a la Escuela Nueva desde la perspectiva de la corriente científica, entre ellos, los provenientes de la denominada pedagogía experimental –con el impulso fundamental de Binet, su fundador– y de la psicología genética con los trabajos de Piaget y Wallon, por ejemplo.
3. Institucionalización y órganos de expresión de la Escuela Nueva
Los aportes a este movimiento pueden ser considerados en otro plano: en el de la institucionalización y de los órganos de los cuales se sirvió para difundirse en cada uno de los países y en el ámbito internacional. Ya referimos los esfuerzos en tal sentido de Ferrière, al crear la Oficina Internacional de las Escuelas Nuevas, con la cual se intentó establecer las condiciones que debían tener los establecimientos educativos para que pudiesen utilizar la denominación de escuela nueva. Asimismo, hay que mencionar las iniciativas de éste de fundar en Calais la Ligue Internationalle d’Éducation Nouvelle en 1921 y la publicación del Boletín Pour l’ère Nouvelle para los países de lengua francesa.
Otro vehículo de difusión de las ideas de la Escuela Nueva encontró un espacio importante en el Instituto Libre de Enseñanza de España (1877-1936), mediante el cual muchos de sus miembros “...mantuvieron un contacto casi permanente con las ideas pedagógicas y de todo tipo que en aquellos días se estaban gestando en los Estados Unidos, lo mismo que en otros lugares del mundo hispanoamericano, especialmente en la Argentina” (Paniagua Pérez, 2003, p. 11)


 aqui encontraremos lo que es un libro de mucha utilidad 
http://www.redalyc.org/pdf/356/35603508.pdf





















BIBLIOGRAFÍA
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